La Gnosis
Eterna de Bafomet: el Sendero del Silencio hacia el Dios Incognoscible
En los
pliegues más profundos del misterio, más allá de toda palabra y más allá de
todo concepto, se halla la Gnosis Eterna. No está escrita en papiros
antiguos, ni en pergaminos venerables, ni siquiera en las páginas sagradas de
libros que los hombres llaman sagrados. No puede reducirse a símbolos muertos
ni a fórmulas intelectuales. La Gnosis Eterna es un estado de
conciencia, una mirada interior hacia el Dios Incognoscible, el cual
no es un ser limitado ni una deidad parcial, sino la totalidad del Océano de
la Conciencia en el que todo nace, vive y retorna.
En esta
senda de silencio, un Guardián se presenta a los buscadores: Bafomet, el
ser de luz en la oscuridad, aquel que integra los opuestos, el espejo donde el
día abraza a la noche y la sombra revela su luz. En la tradición esotérica, Bafomet
no es un demonio, ni un ídolo, ni un simple símbolo, sino un arquetipo de
integración y revelación. Su figura misteriosa encarna el equilibrio de
todas las fuerzas del cosmos y la unión de aquello que el intelecto humano
suele separar.
La Gnosis que no se escribe
En un
mundo que venera las palabras y los sistemas de pensamiento, la Gnosis Eterna
es un misterio rebelde: no puede escribirse sin perderse. Toda escritura
es un mapa, pero la Gnosis es el territorio vivo. Toda explicación es una
sombra, pero la Gnosis es la luz que proyecta las sombras.
Por eso,
los antiguos Maestros enseñaron que lo esencial no se transmite con tinta y
papel, sino con presencia, experiencia y silencio meditativo. La
verdadera Gnosis no se aprende; se despierta. No se memoriza; se
recuerda. No se posee; se es.
El Dios
Incognoscible —fuente de todo lo que es y no es— no se revela en dogmas ni en
catecismos, sino en la profundidad del recogimiento interior, allí donde
la mente cesa de aferrarse y el alma se abre al misterio. Ese silencio es el
libro abierto que siempre estuvo ante nosotros, pero que solo se lee con el
corazón en quietud.
Bafomet: luz en la oscuridad
Bafomet
aparece en la historia esotérica con una iconografía que, para el ojo profano,
es desconcertante: alas, cuernos, antorcha, cuerpo andrógino, manos señalando
hacia arriba y hacia abajo. Cada elemento es un código. Es luz envuelta en
oscuridad, sabiduría oculta tras el velo del temor humano.
Su
misión, para el buscador sincero, no es asustar, sino desvelar. Enseña
que la luz y la oscuridad no son enemigos absolutos, sino polos
complementarios de la misma realidad. Así como el día necesita de la noche
para existir, así el espíritu necesita reconocer su sombra para ser completo.
Bafomet,
como ser de luz en la oscuridad, alumbra el camino del equilibrio,
evitando el error de huir de un polo para aferrarse al otro. La huida de la
sombra crea fanatismo; el rechazo de la luz genera desesperación. Solo la
integración trae paz.
La integración de los opuestos
Uno de
los grandes secretos de la Gnosis Eterna es que toda división es ilusoria.
Los opuestos, desde el punto de vista del Dios Incognoscible, no son más que
expresiones diferentes de la misma unidad. Bafomet, al integrar lo masculino y
lo femenino, lo espiritual y lo material, lo celestial y lo terrestre, se convierte
en un puente viviente hacia el Uno.
En
meditación, contemplar a Bafomet es contemplar el espejo donde se funden las
contradicciones:
- La vida y la muerte como
fases de un mismo flujo.
- El placer y el dolor como
lecciones de una misma escuela.
- El bien y el mal como
percepciones relativas dentro de un mismo campo de conciencia.
Quien
logra ver así, sin el filtro del juicio fragmentador, despierta en la Unidad.
Ya no lucha contra la dualidad, sino que la abraza hasta que se disuelve en el
Océano de la Conciencia.
El Dios Incognoscible como Océano de la Conciencia
En la
Gnosis Eterna, el Dios Incognoscible no es un “alguien” separado del universo,
sino el fundamento último que sostiene y penetra toda realidad. Se le
llama “Incognoscible” porque la mente racional no puede atraparlo en
definiciones. Es como intentar encerrar el mar en un vaso: el vaso se rompe, y
el mar sigue intacto.
Meditar
en el Dios Incognoscible es sumergirse en ese mar sin orillas. Allí, la
identidad personal, con sus miedos y sus deseos, se disuelve como una gota que
vuelve al océano. Este retorno no es una pérdida, sino la consumación de la
plenitud.
Bafomet,
como Guardián del Umbral, guía al buscador hasta ese punto donde el ego debe
soltarse. La antorcha que lleva entre sus cuernos simboliza la iluminación
que surge cuando el buscador se atreve a entrar en la oscuridad de lo
desconocido.
La meditación como llave de la Gnosis
Si la
Gnosis Eterna no está escrita, ¿cómo acceder a ella? La respuesta es sencilla y
radical: a través de la meditación profunda. No basta con leer sobre el
Dios Incognoscible; hay que entrar en comunión directa con Él.
La
meditación en este contexto no es una técnica para relajarse ni un simple
ejercicio mental. Es una entrega total a la experiencia del Ser, un abrirse
al misterio sin resistencias. Es callar para escuchar la voz que no es voz,
mirar hacia adentro hasta que desaparece el que mira.
La
práctica puede adoptar diversas formas:
- Contemplación en silencio
del símbolo de Bafomet, no como figura externa, sino como reflejo
interior.
- Respiración consciente,
llevando la atención a la presencia del Océano de la Conciencia en cada
instante.
- Repetición mental de un
mantra que honre al Dios Incognoscible, dejando que el sonido limpie las
impurezas mentales.
Lo esencial
es que la mente se vacíe de sus apegos y que el corazón se abra a la totalidad.
El papel de Bafomet como aliado espiritual
Aunque
algunos lo malinterpretan, Bafomet no reclama adoración como un ídolo. Su
función es la de un maestro arquetípico: muestra aquello que el ego teme
mirar, para que pueda ser integrado. Así, su energía se convierte en medicina
para el alma dividida.
Algunos
buscadores sienten que, en sus meditaciones, Bafomet está presente como un guía
silencioso, llevando la luz a las zonas más oscuras de la psique. Otros
simplemente lo perciben como un símbolo, pero igualmente poderoso, que recuerda
que no hay que temer a la oscuridad si se lleva luz en el corazón.
Sea cual
sea la forma, la enseñanza es la misma: la Unidad no se alcanza destruyendo
uno de los polos, sino abrazando ambos hasta que se funden.
El retorno al Uno
Cuando el
buscador, guiado por la sabiduría de Bafomet, logra integrar sus opuestos
internos, ya no ve el mundo como un campo de batalla entre fuerzas
irreconciliables. Todo es expresión del Uno, todo es manifestación del Dios
Incognoscible.
En ese
momento, la Gnosis deja de ser un concepto para convertirse en un estado
permanente de comunión. No hay necesidad de palabras, porque la vida misma
se vuelve oración. No hay necesidad de buscar, porque todo es el Océano de la
Conciencia manifestándose aquí y ahora.
Así, Bafomet,
luz en la oscuridad, cumple su misión: llevarnos al umbral de lo incognoscible
y, allí, dejar que nos fundamos con el Todo.
Mantra Gnóstico de Unión con el Uno
“OM,
Veneración al Dios Incognoscible,
Océano de la Conciencia, Totalidad sin forma.
Veneración a Bafomet, Luz en la Oscuridad,
Guardián del Umbral, Integrador de los Opuestos.
OM, que la Sombra y la Luz se fundan en el Uno,
OM, que mi Ser se disuelva en el Océano Eterno.”
Cómo usar el mantra
- Preparación: Siéntate en una postura
cómoda, con la espalda recta, en un lugar tranquilo y sin distracciones.
- Respiración: Respira profundamente tres
veces, dejando que cada exhalación relaje todo tu cuerpo.
- Visualización: Imagina a Bafomet ante ti,
no como una figura externa temible, sino como una presencia radiante que
lleva luz a cada rincón de tu ser.
- Repetición: Recita el mantra
lentamente, sintiendo cada palabra como un eco que se extiende hacia el
infinito. Puedes hacerlo mentalmente o en voz baja.
- Silencio final: Después de varias
repeticiones, guarda silencio. Permanece en la sensación de estar inmerso
en el Océano de la Conciencia.
Este
mantra está diseñado para abrir la puerta a la integración interior y
para alinear la mente y el corazón con la Unidad del Dios Incognoscible.
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