Luz del Arcángel Miguel; la frecuencia del amor está en nosotros.
Saludos divinos al
Cristo Interno en cada ser. Abrimos nuestra mente y nuestro corazón a la luz
del amado Arcángel Miguel, entidad del Rayo Azul del Poder, y mensajero del
Gran Sol Central. Om, nosotros somos ondas, en el océano de la Presencia, del
Dios Altísimo. Om, veneración a la Presencia Yo Soy, a la Llama Violeta, y al
Arcángel Miguel. Paz a todos los seres.
La frecuencia del
amor incondicional está en todos los seres de luz, y también está en todos los
seres y en todas las cosas. Los seres de luz están entrenados en conectar con
otras vibraciones, para ayudar a los seres a evolucionar, y a ascender a
niveles superiores, siempre adaptándose amorosamente a los seres que están más
abajo, para elevarlos poco a poco, a cada quien en su propio lugar y momento.
El amor
incondicional, no es débil, sino que es fuerte. No acepta lo destructivo, sino
que es libertad y amor, para sí mismo y para todos los seres, y sabe decir sí a
lo bueno, y no a lo malo. Ciertamente, el amor es la fuerza más grande del
universo, y ésta fuerza puede ser dirigida conscientemente, para el despertar
de la humanidad, y para la elevación del
propio ser.
Para manifestar
nuestros deseos, podemos usar la oración y la meditación, las afirmaciones
positivas, y los mantras, pero cuando cargamos todo lo que hacemos con amor
divino, podemos lograr lo imposible. Carga todas tus actividades, con el amor
de la Presencia Yo Soy, y verás cómo las partículas de luz, de la Mágica
Presencia, van de un lado para el otro, provocando cosas maravillosas.
Cuando cargas de
amor divino, a todos los seres y a todas las cosas, las partículas de luz, son
limpiadas con la Llama Violeta, y cosas maravillosas empiezan a suceder. Sé un
cáliz, para que la luz líquida de la Llama Violeta, se esparza por todo el
mundo, llevando la virtud de la transmutación, por todas partes.
De ésta forma
podrás elevar en la luz, a muchos seres. Sin embargo, habrá seres que no
aceptarán ésa luz, y que por libre albedrío, no se elevarán. Así como Dios
respeta el libre albedrío de los seres, tú también deberás hacerlo, pues cada
alma tiene sus tiempos y sus formas de evolucionar, y eso es lo mejor que le
podría suceder a esas almas.
Pueden ayudar a
la evolución de muchas partículas de luz, limpiando a muchísimos seres, de la
mugre de las edades, pero también es verdad que cada ser es responsable por sí
mismo. Cuiden primero su propia armonía, pues éste es el mayor servicio divino
que puede realizarse, a la Magna Presencia Yo Soy, y a todos los seres, en el
cielo y en la tierra.
Adapten las
vibraciones elevadas, a las vibraciones bajas de los seres que los rodean, y
ayúdenlos a elevarse, desde el lugar en donde ellos se encuentran, y no desde
el lugar en donde ustedes están. Así es como hacen los seres de luz, y así es
como debemos entrenarlo a hacerlo, los seres que estamos por debajo de los
seres de luz.
La luz del
Arcángel Miguel, es esparcida a todos los animales, a todas las plantas, a
todos los árboles, a todos los seres humanos, a todos los peces del mar, a
todas las aves del cielo, a todos los minerales, a todos los vegetales, a todas
las partículas de luz que se desplazan por el espacio, al frío de los polos, al
calor de los trópicos. Y nosotros, los seres en conciencia de Dios, somos
receptivos a esa luz, y la esparcimos por todas partes. El Arcángel Miguel está
a muchos metros por encima de nosotros, y nos ve desde la lejanía, ayudándolo
en su tarea de luz, y se sonríe, pues ha visto que sus esfuerzos han dado
resultado.
La luz no se
impone, sino que se propone. ¿No es acaso amor incondicional, aceptar a cada
ser tal cual es? Éste es el amor paciente de la Presencia Yo Soy, del Dios
Altísimo, que desde que emanamos como partículas de luz del Gran Sol Central, y
empezamos nuestra evolución, siempre ha aceptado a cada ser, tal cual como es y
desde ése nivel, ayuda en la evolución de todos los seres y de todas las cosas.
Almas liberadas y
ascendidas, hacen el mismo trabajo, al servicio de Dios, desde que se elevaron
en conciencia, y nos ayudan aceptándonos tal cual somos, para elevar nuestra
vibración, desde el lugar en donde estamos.
Ustedes verán que
más de sus oraciones darán resultado, pues el amor divino, el amor
incondicional, el amor universal, es la fuerza más grande del universo. El amor
a uno mismo, y el amor a todos los seres, son lo mismo que el amor a Dios, pues
Dios está dentro y fuera de todos los seres y de todas las cosas. Todo el
universo, todo el cielo y la tierra, todos los seres y todas las cosas, están
hechos de amor divino, y cuando se vibra en amor, lo imposible se hace posible.
Dios es amor, y cuando moramos en el amor, Dios mora en nosotros, y nosotros
moramos en él, plenamente. Sin embargo, cuando no estamos en sintonía con el
amor, bajamos nuestra vibración voluntariamente, sin saberlo. Ahora que sabemos
la verdad, vibremos en amor incondicional por nosotros mismos, y por todos los
seres.
Así como los
planetas orbitan alrededor del sol, nuestras
vidas orbitan alrededor del Gran Sol Central, la fuente del amor
incondicional, para todo el universo. Deja que el amor incondicional del Gran
Sol Central, fluya a través de ti, para que se esparza por todo el cosmos, en
compasión universal.
El solo hecho de
permitir que el amor incondicional de Dios, fluya a través de ti, es una forma
de amor incondicional, que te bendecirá a ti y a toda vida. No debes
esforzarte, pues la presencia en ti,
hará todo el trabajo. Tú solo debes permitir que el amor fluya, bendiciéndote a
ti y a toda vida.
En su estado
original, las chispas divinas, giraban en torno al Gran Sol Central, en
alabanza perpetua al Creador, cantando Santo Santo Santo, y eran felices, pero
al caer tan lejos de la divinidad, empezaron a enfriarse, y quisieron disfrutar
de la vida, de forma independiente de Dios, y cayeron en la oscuridad. Luego,
el Padre, para ayudarlas, creó al universo, a través el Cristo Cósmico, y en unión a la Energía Universal, la Madre
Divina Cósmica, para que pudieran evolucionar a través de la reencarnación.
Éste proceso se repite, en cada oleada de vida, pues chispas divinas caen lejos
de Dios, y se enfrían, cayendo en la oscuridad, y para librarlas del
sufrimiento, son llevadas al mundo material, para comenzar su proceso
evolutivo, y obtener conciencia divina, de forma definitiva, para luego, seguir
ascendiendo, desde ese nivel elevado, a niveles superiores. Debemos
evolucionar, para ascender a ese estado divino, en ésta misma vida, para ser
felices en éste plano, y en todos los planos de existencia, adonde el Padre de
las Luces, decida ponernos.
¿Ven lo sencillo
que es elevarse por encima de las limitaciones, para regresar al estado divino
original? Algunas chispas de luz, cayeron cerca del Gran Sol Central, y nunca
cayeron en la oscuridad, y entre esas
chispas de luz, están los ángeles del Dios Altísimo, entre los cuales está
Miguel, el arcángel, pero hay muchos seres de luz, tanto los que pasaron por
nuestro mundo, como los que siempre se quedaron en las alturas, y todos tienen a
Dios en su interior, con la suma de todo el conocimiento de todos los planos de
existencia. Todos ellos pueden ayudarnos a evolucionar, pero la decisión de
aceptar su ayuda, depende de nosotros.
El amor
incondicional, es el camino a la ascensión. Dios nos ama, y el Arcángel Miguel
nos ama. Aceptemos el amor, y esparzamos el amor.
Paz a todos los
seres.
(Canalización
7-4-2024. Canal; Devoto Leonardo, el teísta esotérico 1001, teísmo esotérico.)
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