De Dios Padre, Jelkerá-Yahvéh-Abraxas, el Padre
Innominado, emanó Nous, el Intelecto, y a través de él, emanó al Primer Cielo,
el Pleroma, la Plenitud, en dónde se encuentra la Gnosis, el Conocimiento unitivo,
y la luz de la libertad del Padre Innominado. De todos los eones, el único que
siempre poseyó el conocimiento pleno del Padre Innominado, es Nous, el
Intelecto.
Luego, de Dios Padre, Jelkerá-Yahvéh-Abraxas, el Padre
Innominado, emana, primero Nous, el Entendimiento, segundo Logos, la Palabra,
tercero Fronesis, la Prudencia, cuarto Sofía, la Sabiduría, y quinto Dinamis,
la Fuerza. Dios Abraxas, a través de Sofía, la Sabiduría, y de Dinamis, la
Fuerza, emanó a los ángeles, y a través de ellos, emanó los 365 cielos de
realidad, restantes, a todos las almas espirituales que evolucionan en los 365
cielos, y a los tres planos de existencia.
Todas las cosas, han sido creadas, por Dios Abraxas, a
través de Nous, el Intelecto, de Logos, la Palabra, y de Fronesis, la
Prudencia, que son uno solo en Nous, el Intelecto. Y también, todas las cosas,
han sido creadas, por Dios Abraxas, y por Nous, a través de Dinamis, la Fuerza,
y de Sofía la Sabiduría, que son uno solo con Sofía. Abraxas es Dios Padre,
Nous es el Ángel de la Palabra de Dios, el Hijo, y Sofía es el Ángel de la
Sabiduría de Dios, que es la Madre y el Espíritu Santo.
El Padre anunció a los eones, Nous, Logos, Fronesis,
Sofía, y Dinamis, que les revelaría en su tiempo, el conocimiento pleno de sí
mismo, en el Primer Cielo, pero Sofía, quiso adelantarse, y fue castigada por
el Padre Innominado, y arrojada al cielo 365, que es el más alejado de la
divinidad.
Durante su confinamiento en el último cielo, en el cielo
365, Sofía se sentía sola, y lloró amargamente, y sus lágrimas, fueron la
materia que habitó en el cielo 365. Y Sofía, con la luz del Padre, que todo lo
penetra, se creó un hijo semejante a ella, en poder creador, y ése hijo era el
demiurgo oscuro, Samael Yaldabaoth.
El Padre Innominado, luego de un tiempo, perdonó a Sofía,
y éste, envió a Logos, para rescatar a Sofía, y ella volvió al Padre. Y luego,
los cinco eones, entraron al pleno conocimiento de Dios Padre Innominado, en el
Primer Cielo, aunque Nous, siempre tuvo el pleno conocimiento del Padre, y lo
mantenía en secreto, por orden del Padre, hasta que llegó ése momento.
Y Samael Yaldabaoth, se quedó solo en el cielo 365, y
enfurecido contra Dios Padre, y contra su Madre Sofía, para no quedarse solo,
con la materia creada por las lágrimas de Sofía, creó a los 72 cielos de
ilusión en el plano astral cercano a él, y también creó al plano físico, en el
cielo 365, y también creó almas, cuerpos, y todo lo que hay en el mundo
inferior, que él creó.
Samael copió los arquetipos perfectos del mundo de las
ideas, y los plasmó en el mundo sensible, creando nuestro universo material.
Sin embargo, al principio, la creación no satisfacía a Samael, pues todos eran
objetos inertes, sin vida, que no evolucionaban, ni se movían.
Entonces, Dios Abraxas, inspiró a Sofía, para que
interviniera, y la sombra de Sofía, que se quedó con su hijo, y que nunca lo
abandonó, siendo proyección espiritual desde Sofía en los cielos superiores, le
dijo a Samael, “sopla sobre tu creación”, y así lo hizo, y así todos los seres
de la creación, recibieron el don de desarrollar su espíritu, incluso con más
eficacia que Samael, y la creación, satisfizo a Samael, pues se hizo más
brillante.
Dios Abraxas vio la oportunidad, de ayudar a evolucionar
con mayor rapidez, a las almas del cielo 365, y por eso le dijo a Sofía, que le
diera el consejo de soplar, a Samael, y cuando Samael sopló sobre su creación,
entonces, algunas almas espirituales que habitaban cerca de allí, pasaron por
dentro de Samael, y cayeron al mundo material, y empezaron a evolucionar, con
mayor rapidez, pero también con mayor sufrimiento.
Pero el Padre Innominado, vio a las almas creadas o
atraídas, por Samael Yaldabaoth, que vivían en desgracia y en sufrimiento, en
un mundo inferior, donde se evoluciona con dolor, y para salvar a las almas,
envió a su Hijo Primogénito, Nous, para que les enseñara del Cristo-Interno
Individual, que es la presencia de su Hijo Primogénito, Nous, dentro de cada
alma, y así, sean salvos de la reencarnación, y asciendan al cielo superior,
junto a los eones, que ya lograron el conocimiento unitivo.
Será salvo, quien acepte al Dios Verdadero, Abraxas, y a
su enviado, Nous, el Intelecto. Pues no salva, ni el cuerpo ni el alma, ni el
espíritu, ya que todos tienen las tres cosas, y aun así, algunos están en
oscuridad, y otros están en luz. Lo que salva, es aceptar al Nous, que es
espíritu y conocimiento, en el interior, por medio de la fe.
Y una manifestación de Nous, el Intelecto, llamada Jesús
de Nazaret, bajó a la tierra, y nació, vivió, hizo milagros, enseñó la verdad
del Reino de Dios, fue crucificado, murió, resucitó, ascendió a los cielos, y
enseñó el conocimiento unitivo, por inspiración, a los elegidos. Pero Nous no
fue crucificado junto a Jesús, pues Nous es el Yo Superior de Jesús, y de todos
los seres, que está dentro y fuera de todos los seres, y no solamente, o dentro
o fuera. Y el nombre secreto de Yahvéh es Abraxas, que significa, “Padre No
Creado”, y el nombre secreto del Cristo, es Cau-La-Cau, palabra del oráculo de
Yahvéh, que no tiene significado preciso, en ninguna lengua conocida, pero que
esotéricamente significa, “Yo Soy, Quien, Yo Soy”. Quién invoca los nombres
mágicos de Abraxas y de Cau-La-Cau, tiene magia y gnosis. Y he aquí, el Padre
Innominado, Abraxas, y el Hijo Divino, Cau-La-Cau, están con nosotros. Nosotros
somos verdaderos cristianos, adoradores de Yahvéh-Dios, y discípulos espirituales
de Cristo-Jesús, llenos del Espíritu Santo. Y un mantra de conexión con la
Fuente Original, es “Om Abraxas Cau-La-Cau”. Debemos estar orgullosos de
nuestra vida, haya sido como haya sido, pues con nuestra existencia, hemos
contribuido, a la evolución de todos los seres, y con el plan de Dios.
Cuando las entidades espirituales, que pueblan los cielos
superiores al Último Cielo, alcanzan la gnosis del Cristo-Interno, entonces
ascienden al Primer Cielo, que tiene varios sub-niveles. La vida en los cielos
superiores, es bella, pero esos cielos no nos corresponden, pues fuimos creados
por Samael Yaldabaoth, en el Último Cielo, y por eso, nosotros evolucionamos en
el Último Cielo, y de allí, vamos directamente al Primer Cielo, cuando
alcanzamos el conocimiento unitivo, del Cristo-Interno.
No debería sorprendernos, que Sofía y Dinamis, crearan
los cielos, sin tener el conocimiento unitivo, de que en el fondo, todo está en
Dios, Dios está en todo, y que todo es uno y todo es Dios, pues es posible que
Dios conceda mucho poder, a seres y a objetos, de bajo nivel de conciencia. Así
mismo, no debería sorprendernos, que Samael Yaldabaoth, a pesar de tener un
bajo nivel de conciencia espiritual, haya tenido el poder de crear el universo
material, pues es hijo de Sofía, que en ésa época, carecía del conocimiento
unitivo. El sol es poderoso, y sin embargo, es un objeto sin conciencia, como
una piedra. Los tiranos son muy poderosos, y no tienen, ni bondad ni conciencia
espiritual de unidad. El demiurgo oscuro, es poderoso, pero muy inconsciente de
la presencia interna de Dios Padre.
A su debido tiempo, cuando termine el universo material,
Samael y sus ángeles malignos, los demonios o arcontes de oscuridad, recibirán
castigo por toda su maldad, y luego evolucionarán, como el resto de las almas,
pues en el fondo, todo viene de Dios Padre, y todo volverá a Dios Padre.
Samael, se goza en el olor de la carne quemada, de todos
sus hijos, torturados en el fuego del sufrimiento, vida tras vida, y por eso él,
los aleja de la gnosis, lo más posible, para que no vayan al Padre, no sea que
las almas, se liberen de la materia, y asciendan a los mundos espirituales
superiores. En esencia, nuestras almas
espirituales, vienen de Dios Padre, pero el Demiurgo Oscuro, les creó el cuerpo
astral inferior, que las envuelve.
Abraxas es el Padre, Nous es Fanes, el Hijo, renacido del
huevo cósmico, en el Primer Cielo, y Sofía es el Espíritu Santo, sobre todo,
desde que Sofía alcanzó, junto a los otros eones del Pleroma, la Gnosis Eterna
de la Chispa Divina Interior.
Samael Yaldabaoth, es el último de los eones, y el
primero de los arcontes. Samael Yaldabaoth, es muy poderoso, pero de muy bajo
nivel evolutivo, y a su vez, evoluciona muy lentamente, pues nació, o habría
nacido, de la tristeza que le provocó a Sofía, alejarse el Padre Innominado.
Poco cambiaría, en ésta versión de la creación, y solo
cambiaría, el que Samael y los otros arcontes o archidemonios, serían seres
malignos con funciones de maldad, y no seres benignos con funciones de
oscuridad o de maldad. Sin embargo, los arcontes de oscuridad, son siervos de
Dios, aunque estén en rebeldía, pues su maldad, acelera la evolución de las
almas maduras, aunque ésa no sería su verdadera voluntad. La Doctrina
Jelkeriana, en sí no cambiaría mucho, sino que solo que se agregarían algunos
detalles, como que Sofía no nació con la Gnosis, sino que la alcanzó después de
ser creada, y de evolucionar por un tiempo. Además, los Cinco Eones del
Pléroma, estarían por encima de los 24 Ancianos Cósmicos, y de los Cuatro Seres
Vivientes Alrededor del Trono de Dios.
El mundo es un lugar horrible, y no podemos descartar, que Samael y los
Arcontes de Oscuridad, sean rebeldes contra la Causa Primera, y que la intervención
de potestades superiores en la creación, añadiendo algo de esperanza a éste
mundo, ocurrió fuera del control consciente de Samael y de sus demonios. A
Sofía, en su aspecto superior, a veces, se la llama Ennoia, que significa,
Pensamiento, y a Nous, a veces, se lo llama Cristo y Logos.
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