En dónde ponemos nuestra fe.
En el tarot marsellés,
el arcano El Sol, representa a Jelkerá-Dios, el arcano El Mundo representa a Cristo-Fanes
y a los Cuatro Seres Vivientes que rodean al Trono de Dios, y el arcano La
Sacerdotisa representa a Madre Santa Sofía, que es el Espíritu Santo.
No debemos
poner nuestra fe, ni en ningún oráculo, ni en ningún médium, ni en ningún libro
sagrado, ni en ninguna baraja de cartas. Debemos basar nuestra fe, en
Jelkerá-Dios, en el uso de la razón, en la experiencia sensible, en la
intuición, y en la práctica de la moral. El ser humano no fue creado para
creerse con poderes sobrenaturales, sino que fue creado, para evolucionar
espiritualmente, purgar culpas de vidas anteriores, y tratar de ser feliz, y
todo eso se logra, pensando por uno mismo, creyendo en Dios, orando a Dios,
meditando en Dios, y trabajando con paciencia e insistencia, expandiendo la
llama violeta, por todos los planos de existencia, en alabanza a Jelkerá-Dios.
El devoto
jelkeriano, es un sacerdote del Dios Altísimo, para toda la eternidad, pues Jelkerá-Dios,
le ha dado sabiduría al devoto, y a los ojos de Dios, el devoto siempre será un
sacerdote, y siempre tendrá las obligaciones que corresponden al sacerdote, en
el servicio divino, a Jelkerá-Dios, y a todos los seres. Los devotos avanzados
en la conciencia de Cristo, servimos a Jelkerá-Dios, y no a sus criaturas, pero
por ver a Jelkerá-Dios, dentro de cada criatura, contribuimos con nuestras
oraciones, al orden universal, de forma impersonal, siempre diciendo, “Flama
Violeta Libertadora, para mi ser, y para todos los seres, en todos los planos
de existencia, para mi bienestar completo y gloria de Dios, sin que yo absorba
el mal karma de nadie, en el nombre del Cristo-Interno, salvador del alma,
amén.”
Si estás
deprimido, y pones tu fe en un oráculo, basado en un libro, como la Biblia, podrías
abrir el libro, justo en una sección donde alguien se suicida, como cuando Judas
Iscariote, se ahorca por haber traicionado a Jesucristo, y ése sería un pésimo mensaje.
Si estás deprimido, y pones tu fe en un oráculo, como el tarot, podrías tirar
las cartas, y justo te podría salir, la muerte, el diablo, y el juicio, y
podrías interpretar algo que te lleve al suicidio, pues la intuición puede
disparar para cualquier lado, correcto o incorrecto. Jelkerá Dios, y los espíritus superiores, como
los siete espíritus delante de trono de Dios, jamás se han comprometido a
respondernos a nuestras preguntas, a través de ningún oráculo, pero Jelkerá-Dios,
nos ha dado la orden, de pensar por nosotros mismos, pues nos ha dado una mente
para pensar, y él ordena que la utilicemos. Los oráculos no están prohibidos,
pero no son confiables.
La brujería
no es otra cosa, que una oración, acompañada de un ritual más elaborado,
agregando ofrendas, como velas, incienso, agua, y a veces, comida. Pero la
oración del devoto simple, uniendo sus manos en posición de rezo, mirando al
cielo, o cerrando los ojos, tiene tanta fuerza como el complejo ritual de un
brujo, usando piedras para asentar a espíritus, y usando imágenes como
estatuillas o dibujos, y al final, el hombre propone, pero Dios dispone, y la
simple oración del fe, del devoto despierto, puede ser más poderosa, que el más
elaborado de los rituales, del brujo con más conocimiento. Una cosa no quita la
otra, y hay que respetar, la inclinación de los devotos sacerdotes, y también
la de los devotos brujos, pues cada quien, puede tener distintos dones del
Espíritu Santo, pero lo importante, no son los rituales, sino que lo
importante, es tener fe en Dios, a través de todas las pruebas de la vida, que
a todos les tocan, y de las cuales, nadie se salva.
Entonces ¿en
dónde ponemos nuestra fe? Cada quien, debe poner su fe, en sí mismo, en su unión
eterna con Jelkerá-Dios, y en la gnosis eterna del Cristo-Interno Individual,
que une al alma con Jelkerá-Dios. Éste es el camino, para los que eligieron
tener fe en Dios, de una forma elevada. Los demás, que hagan lo que les plazca,
y que paguen las consecuencias.
Nosotros
formamos parte del cuerpo de Cristo, y Cristo-Fanes, es la cabeza, y todos nosotros,
somos los miembros del cuerpo de Cristo, y todos los miembros, son importantes.
Y cada miembro del cuerpo de Cristo, que es la Iglesia, o Comunidad de Devotos,
de éste mundo y del otro, tiene distintas funciones, y distintos dones del
Espíritu Santo, y todos son necesarios e importante. El universo entero es el
Cuerpo de Cristo-Fanes, y no solo la Comunidad de Devotos de Jelkerá-Dios. Todo
es importante. Y tú no eres, ni de Pablo, ni de Pedro, ni de Juan, pues tu eres
de Jelkerá-Dios, y de tu propio Cristo-Interno Individual. Y no llaméis a nadie,
sobre la faz de la tierra, Padre nuestro, porque uno es vuestro padre, el cual
es Dios, que está en los cielos, y es santo, y no os dejéis llamar, Maestro,
porque uno solo es vuestro maestro, el Cristo. Más a Dios gracias, el cual nos
lleva siempre en triunfo, en el Cristo-Interno, y por medio de nosotros, se manifiesta
la buena música de su conocimiento.
Y que nadie
se gloríe de sí mismo, pues Jelkerá-Dios, nos formó del polvo de la tierra, y
al polvo de la tierra volveremos. Antes bien, lo que corresponde, es gloriarse
de Cristo-Fanes, que está sentado en su Trono, para gobernar a todo el
universo, en el nombre de Jelkerá-Dios, y en unión al Espíritu Santo. Porque todo
aquel que crea en el Hijo, es bendecido por el Padre, con el don del Espíritu
Santo, para aprender todas las cosas. Y Cristo-Fanes, que es el único que
conoce al Padre, nos hará conocer el Padre, que mora en la luz inaccesible. Pues
cada individuo, que vio al Aspecto Personal de Dios, sin conocer al
Cristo-Interno, solo vio a Cristo-Fanes, representado al Padre, pero no vio al
Padre. Solo Cristo-Fanes, que es Dios Omnipresente, en el interior de cada cosa
y de cada ser, es quien revela al Padre, en oración y en meditación. Y el
Aspecto Impersonal de Dios, que es Jelkerá-Dios, propiamente dicho, no puede
ser visto, pues no tiene ni nombre ni forma, y está incluso más allá de la luz inaccesible,
pues es el Todo Infinito mismo, inmanente y trascendente, a todas las cosas, y
a todos los seres.
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