Jelkerianos en espíritu.
No resistas al mal, sino que vence al mal, con el bien, y
usa al mal, para el bien. Usa a lo destructivo, para servir a lo constructivo,
y no destruyas lo destructivo, pues lo constructivo y lo destructivo, se
necesitan mutuamente para poder existir, y para que todo evolucione. Sin la
dualidad de bien y mal, todo estaría mal, y todo se vendría abajo. No todos
pueden aceptar que en el fondo, todo es uno y todo es Dios, pues hay gente con
auto-disciplina, que se mantiene fija en el culto a Dios, en el uso de la
razón, y en la práctica de la moral, independientemente de que pueden hacer lo
que quieran, pues son libres, pero hay gente, que si se les da libertad, se
desbocan, y obran el mal.
Los jelkerianos, respetamos la igualdad del hombre y de
la mujer, y nos consideramos iguales en dignidad ante Dios y ante la ley, con
derechos y obligaciones, y con libertad de acción. Adoramos a Dios en su unidad
y en su diversidad, considerando con respeto a todos los espíritus que están al
servicio de Dios, sean constructivos u destructivos, tenemos bastante
auto-disciplina, y nos mantenemos fijos en el culto a Dios, en el uso de la
razón, y en la práctica de la moral, independientemente de que podemos hacer lo
que queramos, pues somos libres.
Pero los que no puedan ser jelkerianos, por falta de
auto-disciplina, deben ser monoteístas, o incluso ateos, y en cierta forma,
anti-espirituales, pues si se les da algo de libertad, se desbocan, y terminan
siendo peores, terminando en la superstición, y en la inmoralidad. A ellos se
les debe decir, que den la otra mejilla, y que se sometan a sus líderes, que se
circunciden o que se bauticen, que vallan a la iglesia para ser controlados y
que no hagan lo que se les antoje, que crean en un solo Dios o incluso en
ningún dios si fuese necesario, y que ni siquiera nombren a otros dioses,
tomándolos por falsos dioses o por demonios malignos, y se les debe prohibir,
en la medida de lo posible, que hagan actividades espirituales de forma
independiente, como rezar, prender velas, o meditar, o incluso leer textos
peligrosos. Hay que controlarlos, para que no se maten entre sí, y para que no
se reproduzcan sin control, y para que no depreden y agoten los recursos
naturales. Hay que prohibirles que coman carne de cerdo, pues pueden
contagiarse de alguna enfermedad, pues no controlan bien la higiene de los
animales, y no les aplican las vacunas correspondientes. Hay que dejar que los
hombres sometan a las mujeres, pues de lo contrario, las mujeres se pelearían
con los hombres y saldrían perdiendo sus vidas. Hay que dejar que se ensalce
demasiado a la familia tradicional, pues de lo contrario empezarían a comprar
familiares, como si fuesen una mercancía sin derechos.
Nosotros los jelkerianos, no somos así, pero nosotros
podemos quebrantar esas leyes falsas y ridículas, pues tenemos auto-disciplina,
pero ellos no tienen auto-disciplina, y por lo tanto, deben someterse a esas
leyes falsas y tontas, para sufrir, y para no empeorar. Nosotros no estamos
bajo la ley falsa, sino nosotros que estamos bajo la ley verdadera, por la
gracia de Dios, y por nuestra propia disciplina. Pero ellos, deben sufrir, por
su falta de disciplina. La ley verdadera, es la misma para todos, pero a mayor
mérito, mayor libertad y mayor poder, y a menor mérito, menor libertad y menor
poder. Todos somos esclavos de la ley, para poder ser libres. Por eso, al que
tiene mayor obediencia, se lo recompensa, con mayor libertad y poder. Se
prohíbe la esclavitud, pero hay distintos niveles de mérito, y al que no lo
cumple, se lo aprisiona y se lo somete, de alguna forma, como castigo y
tormento.
Nosotros, los jelkerianos, podemos vivir, sin marcas en
el cuerpo, al cual respetamos como al templo de Dios, podemos vivir en una
familia tradicional, o en otras formas de familia, podemos adorar y obedecer a
Dios, mientras también podemos venerar o incluso adorar a los dioses o ángeles,
por debajo de Dios, podemos comer todo tipo de alimentos, animales o vegetales,
podemos trabajar cinco o seis días a la semana, y descansar uno o dos días a la
semana, podemos convivir con personas que piensan distinto, sin cambiar nuestro
camino y adaptándonos al medio que nos rodea, podemos creer en Dios sin caer en
atribuir poderes a cosas que no lo tienen, y al mismo tiempo, valorar los
avances en el estudio de la naturaleza hechos por la ciencia, y así, podemos
vivir felices, sin crear conflictos donde no los debería haber, y resolviendo
munchos problemas, a medida que van surgiendo, y hombres y mujeres, mayores y
menores, ricos y pobres, podemos convivir juntos, respetándonos mutuamente, y
colaborando unos con otros, cada cual en lo que pueda, y sin conflictos
innecesarios, en igualdad respeto y amor mutuos, sin excesos de ninguna de las
partes, teniendo cada quien su lugar, ganado o heredado, sin usurpaciones, y sin
avasallamientos.
Nosotros, los jelkerianos, no discutimos con nadie, ni
debatimos nuestras ideas, ni dialogamos con nadie, sino que solo hablamos
sabiduría oculta, entre los entendidos, y todos vamos para el mismo lado,
respetando y manteniendo las diferencias, que tienen su razón de ser y su
derecho a ser. Nosotros, muchas veces, cuando nos juntamos a resolver un
problema, lo resolvemos, y luego vivimos en paz, los unos con los otros. Pero
muchas veces, los no jelkerianos, cuando se juntan a resolver un problema, no
lo resuelven, y a veces lo empeoran, y luego, encima, se pelean entre ellos. Ni
entre ellos mismos se ponen de acuerdo.
La doctrina jelkeriana, está pensada en base individual
para la práctica en solitario, pues uno solo junto a Dios, es lo bueno, y todo
lo demás sobra. Pero, para protegerse mutuamente, los seres humanos, se agrupan
por afinidades, en familias, naciones, y religiones, lo cual, también es bueno,
incluso para la doctrina jelkeriana, pues todo lo que ayuda, sirve.
Pero no todos desean ser jelkerianos, y no todos pueden
ser jelkerianos, y eso, también es regido, por la ley natural, y el dictamen de
la ley natural, debe ser recibido hospitalariamente, y tratado con respeto. En
toda época y lugar, la ley natural, ha formado jelkerianos y jelkerianas, en
espíritu, naturalmente, sin necesidad ni de libros ni de maestros, y los
verdaderos jelkerianos en espíritu, siempre han sido pocos. Un jelkeriano en
espíritu, es una persona en conciencia de Dios, dentro y fuera, de sí mismo, de
todos los seres, y de todas las cosas, que vive en armonía con la ley natural.
Los jelkerianos en espíritu, son hijos del viento, que no se sabe de dónde
viene ni hacia dónde va, pero que está en todas partes. Un jelkeriano en
espíritu, vive en el mundo, pero no es del mundo, porque es de Dios.
Un jelkeriano en espíritu, no lucha contra el mundo, sino
que vive en él, y trata de mejorar dentro de él, para beneficio de todos los
seres, con generosidad, respetando las diferencias, y ocultando lo que debe ser
ocultado, para vivir en armonía con el cosmos. Sin embargo, todo lo que está
oculto, saldrá a la luz, y la luz, alumbra a todos los seres, aunque ellos
tengan los ojos cerrados. Sin embargo, aunque la gente desconozca el camino de
la ley natural, aun así, la gente crece y se desarrolla, y el jelkeriano en
espíritu, contribuye a ése plan trazado por la santa voluntad de Dios, dentro
de la ley natural. Para vivir felices, debemos ser tolerantes con el mundo que
nos rodea, aunque no estemos de acuerdo con todo lo que nos toca, a nosotros y
a los demás. Los jelkerianos en espíritu, más que una comunidad concreta, de
personas reales, somos un ideal de ser humano, que se da en muy aislados casos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario