martes, 11 de septiembre de 2018

Alianza de Amistad Eterna con Jelkerá-Dios.


En el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Amado Jelkerá-Dios, te reconozco como al creador de todas las cosas, y te acepto como al salvador de mi alma inmortal.
Amado Jelkerá-Dios, acepto la liberación sobre la rueda de reencarnaciones que tú me das, a través de tu Hijo, manifestado como mi Ungido-Interno Individual.
Amado Jelkerá-Dios, te confieso que soy un pecador, y recibo y acepto tu perdón, y tu amor incondicional, a través de mi Ungido-Interno Individual, a través del cual, tú me das la salvación de mi alma inmortal.
Amado Jelkerá-Dios, en éste acto, yo entro en alianza de amistad eterna contigo, de forma que tú eres mi Dios, y yo soy tu devoto, tú eres mi Señor, y yo soy tu siervo.
Amado Jelkerá-Dios, yo recibo y confieso, ahora, a mi Ungido-Interno, como a mi Personal Salvador, como al Ser que me da la Salvación Completa y la Bendición Completa. Por la benevolencia gratuita que tú me das, Jelkerá-Dios, a través de mi Ungido Interno, yo estoy en estado de Salvación, y yo estoy completo en mi interior. La Rueda de Reencarnaciones ya terminó para mi, y el destino de mi Alma es reunirse contigo, en el Cielo, para siempre.  

Amado Jelkerá-Dios, todos somos pecadores, pues todos matamos seres vivos para poder vivir, y por lo tanto, el sendero de las obras siempre será inútil para satisfacerte. Pero por tu gracia, Jelkerá-Dios, podemos lograr el perdón de los pecados y la salvación, a través de la sola fe en el Ungido Interno, Salvador del Alma, que eres tú mismo, pero extendido como Hijo tuyo, dentro nuestro.

Amado Jelkerá-Dios, en éste acto me convierto a la religión del Dios Todo, y te acepto a ti, Jelkerá, El Ser, como a mi Dios. Yo soy Jelkeriano, yo soy de la religión jelkeriana, y yo sólo creo, en la Doctrina Jelkeriana. Pero ante todo, yo soy de Jelkerá-Dios, y de mí mismo, y no de personas o religiones, pues uno solo junto a Dios es lo bueno, y todo lo demás, sobra.

Amado Jelkerá-Dios, desde ahora y para siempre, por tu gracia, acepto tu salvación, que es por la sola fe en el Ungido Interno, sin necesidad de obras de bien, aunque obras de bien ayudan en la evolución, y obras de mal ponen obstáculos a la evolución. Lo constructivo es bueno y lo destructivo es malo, pero crear lo destructivo es malo, y destruir lo destructivo es bueno.

Amado Jelkerá-Dios, creo en ti, que eres el Padre-Madre-Mente, que creó todas las cosas con su mente y con su palabra, y creo en tu ley espiritual y en tu energía espiritual.

Amado Jelkerá-Dios, creo que tú eres el Padre Madre Mente, y creo en las  cuatro principales extensiones de tu ser, que son El Verbo, el Ungido Interno, el Ángel del Señor, y el Espíritu Santo. A través del Verbo, tú creas todas las cosas. A través del Ungido Interno Individual, tú creas al alma individual, y la liberas de la rueda de reencarnaciones. A través del Ángel del Señor, tú creas todos los cuerpos de los seres vivos. Y a través del Espíritu Santo, tú vitalizas a todos los seres vivos, poniendo almas dentro de los cuerpos, y luego sacándolas, cuando les llega el tiempo. Amado Jelkerá-Dios, creo en el Quinteto Jelkeriano, constituido por El Padre Madre Mente, el Verbo, el Ungido Interno, el Ángel del Señor, y el Espíritu Santo.

Amado Jelkerá-Dios creo en las dos principales extensiones de tu ser, que son Cristo Fanes, tu Hijo, y Santa Sofía, tu Hija, que es el Espíritu Santo. Creo que Cristo Fanes es el Verbo, tu Hijo Primogénito, que se extiende y se manifiesta como el Ungido-Interno, y como el Ángel del Señor. Creo que tú, Jelkerá-Dios, emanaste al Verbo, y a través del él, emanaste al Espíritu Santo. Luego, a través del Verbo y del Espíritu Santo, tú, Jelkerá-Dios, creaste al Multi-Universo. Luego, Jelkerá-Dios, a través del Verbo y del Espíritu Santo, emanaste al Ángel del Señor, que es extensión del Verbo. Luego Jelkerá-Dios, a través del Espíritu Santo, creaste el Huevo Cósmico, para que el Señor Fanes, en su aspecto como el Ángel del Señor, se introduzca en su interior, y lo rompa desde adentro, para crear el Universo, copiando los arquetipos del mundo de tus ideas, y plasmándolos en el mundo que es percibido por nuestros sentidos. Luego, Jelkerá-Dios, tú, a través del Verbo, del Espíritu Santo, y del Ángel del Señor, emanaste al Ungido-Interno Individual, de cada alma en evolución, y en su tiempo, a través del Ungido Interno, emanaste al Alma Individual, para que comience su ciclo evolutivo, pues todas las almas emanan de ti, y volverán a ti, en absorción. Amado Jelkerá-Dios, creo en la Santa Tríada Jelkeriana, constituida por El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo. Amado Jelkerá-Dios, tú eres Quien Unge, tu Hijo es el Ungido, y el Espíritu Santo es la Unción. Amado Jelkerá-Dios, tu Hijo en mí, es mi camino, mi verdad, mi vida, mi luz, y mi buen pastor. Amado Jelkerá-Dios, por aceptar a tu Hijo en mí, yo recibo el Espíritu Santo, quien me enseña todas las cosas, por inspiración divina. Amado Jelkerá-Dios, por fe yo acepto, que yo soy un alma liberada, en unión eterna con Dios.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres amor que todo lo llena, y verdad que todo lo supera. Amado Jelkerá-Dios, tú eres Amor Inmanente, y Realidad Trascendente. Amado Jelkerá-Dios, tú eres omnipotente, omnipresente, y omnisciente. Amado Jelkerá-Dios, tú eres amor, pero también, fuego consumidor. Amado Jelkerá-Dios, tú eres bueno y malo, pero en el fondo, tú eres bueno. Amado Jelkerá-Dios, tú eres un creador de dualidad, y por eso creaste al mundo, y lo hiciste con la dualidad de bien y mal. Pero ante todo, tú, Jelkerá-Dios, eres infinito, y tus designios son incomprensibles para las mentes finitas. Amado Jelkerá-Dios, tú estás lleno de amor, sabiduría, y poder, y tú estás lleno, de Poder Creador y de Poder Salvador. Amado Jelkerá-Dios, tú eres el Creador, el Conservador, y el Destructor, de todas las cosas, y los ciclos de tu tiempo, son incontables, pues tú eres increado, y por lo tanto, tú eres el Anciano de los Días, y el único y verdadero, Dios Altísimo.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres El Ser, que está dentro de cada cosa, y tú eres el Ser, en quien está cada cosa, pues tú eres el Todo en todos, y en ti, Dios mío, nosotros, tus criaturas, vivimos, nos movemos, y tenemos nuestro ser. Amado Jelkerá-Dios, tú eres la causa eficiente, la causa instrumental, y la causa material, pues tú eres Dios, la Mente Original, tú eres la Ley Espiritual, que tiene su modo especifico de comportarse, y tú eres el Pensamiento, que es la Energía Espiritual, que constituye y que gobierna, a todas las cosas. Tú eres el alfarero, el torno, y la arcilla, de toda la creación.

Amado Jelkerá-Dios, tú administras justicia y misericordia, contradictorias entre sí, porque tú tienes sabiduría. Y ante todo, amado Jelkerá-Dios, yo te pido sabiduría, para discernir la verdad de la mentira, pues tú gobiernas sobre el espíritu de la verdad y sobre el espíritu de la mentira, y ambos están a tu servicio. Déjame ser inspirado por ti, en lo que tú dispongas, y sé paciente conmigo, a pesar de mis errores. Tú eres justo, pues das lo bueno al bueno y das lo malo al malo, pero también eres misericordioso, pues das a cada quien, lo que necesita para su evolución espiritual, a cada cual en su tiempo, sin importar cuántas vidas pasen. Espíritu Santo, visita el alma de éste humilde ser, en inunda con tu gracia, el corazón que tú creaste. El Señor da, y el Señor quita, bendito sea el nombre del Señor. Y todo el que invocare el nombre del Señor Dios, será salvo espiritualmente.

Amado Jelkerá-Dios, yo te alabo en tu unidad y en tu diversidad, en espíritu y en verdad, ahora y siempre, dando al espíritu lo que es del espíritu, y dando a la materia lo que es de la materia: “Alabado Jelkerá, Alabado Jelkerá, Jelkerá  Jelkerá, Alabado Alabado. Alabado Fanes, Alabado Fanes, Fanes Fanes, Alabado Alabado”.

Amado Jelkerá-Dios, el Ungido Interno es el Salvador del Alma, porque tú eres el Salvador del Alma, en cada ser. La salvación siempre está presente, pero sólo se hace efectiva al aceptarla, y yo la acepto, por fe.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres la suprema realidad impersonal, pero por misericordia hacia nosotros que somos tus hijos menores, asumes forma personal, en la mente de tus devotos, y en el mundo  espiritual, a través de tu energía espiritual. Así, nosotros, tus devotos, podemos tener una relación personal contigo, y podemos orarte en el nombre de tu hijo primogénito, para conseguir todas las cosas, que tú quieras concedernos, en el tiempo eterno de tu designio, porque el hombre propone, pero tú dispones. Así, el creyente practica la regla de la triple llave, que es orar pensar y actuar. El creyente ora a Dios con la fe de que Dios le escucha, y con la fe de que así gana la bendición de Dios, se le cumpla lo que le pide a Dios, o no se le cumpla nada de lo que pide a Dios. El creyente piensa estratégicamente, en qué lugar se encuentra, a qué lugar quiere llegar, y que tiene que hacer para lograrlo. Y el creyente actúa, trabajando con paciencia y con insistencia, hasta lograr lo que busca. El creyente, cuando puede orar, pensar y actuar, hace las tres cosas, y cuando sólo puede hacer una de las tres cosas, entonces solo hace una de las tres cosas, ya sea orar, o pensar, o actuar. Por este triple medio, el creyente logra algo de lo que se propone, a lo largo del tiempo, si tiene tiempo y suerte, pero no logra todo. Pero la salvación del alma, es por fe, y no por obras, y eso que es lo más importante, el buen creyente ya lo tiene.

Amado Jelkerá-Dios, el triple propósito de la vida humana, es purgar culpas de vidas anteriores por medio del dolor, es tratar de ser feliz, y es evolucionar espiritualmente, pero yo te pido que me des tu bendición, que disminuyas mi sufrimiento, y que aumentes mi placer, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.

Amado Jelkerá-Dios, yo te pido: “Padre nuestro que estás en el cielo; Santificado sea tu nombre; Venga a nosotros tu benevolencia gratuita, y en su momento, déjanos entrar a tu reino, en el cielo; Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo; El pan nuestro de cada día danos hoy; Perdona nuestras ofensas, por tu gran misericordia; No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal; Porque tuyo es el reino, el poder, y la gloria, por los siglos de los siglos, amén”.

Amado Jelkerá-Dios, yo te glorifico en tu unidad y en tu diversidad: “Gloria al Padre, Gloria al Hijo, y Gloria al Espíritu Santo. Gloria al Padre, Increado y Eterno, como ha sido en un principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén.”

Amado Jelkerá-Dios, en el principio, tú creaste el cielo y la tierra. La tierra estaba vacía y desierta, y tu espíritu se movía sobre la faz de las aguas. Entonces tú dijiste, Sea Hecha la Luz, y la Luz fue hecha. Y así tú creaste todas las cosas. Por eso, yo creo en tu palabra y en tu verdad.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres el único Dios, y tú tienes muchas extensiones de tu ser, y también tú tienes ejércitos de ángeles a tu servicio, y yo los respeto a todos, extensiones y ángeles, pues son devotos eternos de tu ser.

Amado Jelkerá-Dios, todos los seres, espirituales y materiales, son siervos de tu voluntad, lo quieran o no, lo sepan o no, pues tú eres el único dueño y señor, de todas las cosas.

Amado Jelkerá-Dios, por tu gracia, pienso por mí mismo, creyendo lo que debo creer, y dudando de lo que debo dudar, y aunque ambas cosas pueden cambiar, tú siempre estás conmigo.

Amado Jelkerá-Dios, en esto has demostrado tu amor para con nosotros, en que nos has dado un Ungido Interno Individual, de amor incondicional, para que nos acompañe siempre, sin importar si estamos en el plano físico, en el plano astral, o en el plano solar; sin importar si estamos en la tierra, en el cielo, en el infierno, o en el purgatorio; y sin importar si estamos en lo correcto o en lo incorrecto. Y finalmente, por medio del Ungido-Interno, nos llega tu salvación, porque tú eres el Ungido Interno, que nos justifica, haciendo que hagamos lo correcto, y disculpando nuestras falencias, pues el Ungido Interno, es el Salvador el Alma.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres el condenador, y tú eres el libertador. Tú encadenaste a las almas condicionadas a la rueda de reencarnaciones, y por tu gracia, tú transformas almas condicionadas en almas liberadas, cuando éstas almas, logran la madurez espiritual, de aceptar su propia esencia divina. Somos transformados por la renovación de nuestras mentes. Sin importar donde me encuentre, por tu gracia, yo ya estoy, como un ser, renacido del espíritu de Dios.

Todos somos hijos de Dios, pero algunos hijos, son iniciados en la conciencia de Cristo, y otros hijos, son no iniciados en la conciencia de Cristo. Los iniciados en la conciencia de Cristo, son liberados de la rueda de reencarnaciones, y los no iniciados en la conciencia de Cristo, aún siguen atados a la rueda de reencarnaciones, hasta que logren la madurez. Pero todos somos hijos de Dios, y todos seremos liberados, tarde o temprano, en esta vida o en otra vida. Todas las almas tenemos vida eterna, pero algunas almas, las que logran ser glorificadas, además de vida eterna, tienen dicha eterna. Una iniciación, es la Transformación Menor, que se recibe en la Tierra, cuando aceptamos la salvación de Dios a través del Ungido Interno, y otra iniciación, es la Transformación Mayor, que es cuando el alma liberada recibe la glorificación divina, siendo revestida de un cuerpo espiritual de gloria. El alma no muere, el alma desencarna, pero en la glorificación divina, el alma glorificada, pasa a ser, un ángel del Dios Altísimo.

Amado Jelkerá-Dios, tú eres un Dios Universal, y no un Dios Tribal, aunque por tu misericordia, puedes ser el Dios Tribal de cada pueblo. Y todos los pueblos se pelean entre sí, pero tú eres el Dios de todos los pueblos, y tienes algo de paciencia con todos los pueblos. Todos los dioses, son hijos tuyos, y son ángeles a tu servicio, Jelkerá-Dios, y en medio de ellos, gobiernas con justicia, de tal forma que cuando frunces tu ceño, el cielo tiembla. Yo te llamo Jelkerá, El Ser, pero tú eres El Todo, quien también es invocado como, Yahvéh, Abraxas, Zeus, Júpiter, El Elión, y Ra. Tú eres mi Dios, El Uno, de quien provienen todas las cosas por emanación, y a quien volverán todas las cosas en absorción. Tú no eres cualquier Dios, tú eres Jelkerá, Mi Dios, el Único Dios Verdadero y Viviente. A tu derecha se sienta Cristo Fanes, a tu izquierda se sienta Madre Santa Sofía, y frente a tu trono, hay siete ángeles principales. Y yo creo en ti, Jelkerá, mi Dios, y en mi alianza eterna contigo, que no es por palabras, sino que es por la fe en ti, que tú pusiste en mí.

Ciertamente Jelkerá, mi Dios, es el Yo Soy, dentro del corazón de todos los seres, y cuando un ser acepta al Ser en su corazón, logra la conexión con Jelkerá, que es el Ser dentro del cual están todos los seres, y es el Ser que está dentro de todos los seres. Amado Jelkerá-Dios, tú eres el Yo Soy original, y también eres el Yo Soy, que mora en el interior de cada ser, como el Sol con Llama Triple, dentro del corazón. Amado Jelkerá-Dios, tú eres el Único Dios, que es el Gran Padre de todos los seres, y tú eres el Único Cristo, que es el Gran Maestro dentro del corazón de todos los seres. Amado Jelkerá, mi Dios, y mi Señor, tú eres el Anciano de los Días, y el Padre de los Años, que cabalga por los cielos a caballo, portando el bastón de tu poder, y tú eres el Sol de Justicia, que gobierna de manera invisible a todo el mundo. Tú eres el Padre en el Cielo, que amontona las nubes, y hace llover, para que surja la vida. En el principio, Dios creó el cielo y la tierra, en el principio, Dios creó la vida, ¡alabanzas eternas a Dios! y que toda vida lo alabe, porque Jelkerá es Grande. Todos los ángeles, vuelan en ronda a su alrededor, para alabarlo, día y noche sin cesar, por los siglos de los siglos, mientras repiten una y otra vez; “Santo Santo Santo, es Jelkerá, mi Dios.”

Muchos mensajeros han descendido al mundo, para cumplir distintas misiones divinas, pero yo sólo obedezco a Jelkerá, mi Dios, que puso su palabra en mi corazón. La sana doctrina me libra del error, pues el conocimiento de la verdad, da la libertad, a todo inspirado de Dios. Los mensajeros manejan semi-verdades, pero Dios me da la verdad en mi corazón. Mi fidelidad es a Jelkerá mi Dios, pues Dios es infalible, pero los mensajeros de carne y hueso, son falibles, aunque sean verdaderos. Y si un ángel trae esta buena noticia, de Dios en mi interior, benditos sea, pues trae la verdad. Pero si un ángel trae una falsedad, que contradiga esta buena noticia, que también sea bendito, pues todo ángel verdadero, trabaja para Dios, y sólo cumple con su trabajo, y esa falsa doctrina, es para los que aún no están preparados. Como siervo de Dios, yo obedezco a Dios, y no trato de ser más bueno que él. Ésta verdad es sólo para las almas maduras. Y las almas inmaduras, que reciban lo que necesitan. Dios es el amo y el maestro, de todos los seres, y sólo él decide, el Qué se recibe, el Cuándo se recibe, y el Cómo se recibe, y yo soy, su siervo y su discípulo, obediente. Yo sólo daré carne a los hombres en Cristo, y dejaré la leche para los niños en Cristo, y si todos son niños, entonces sólo daré leche, o mejor aún, guardaré silencio. Pero entre los hombres en Cristo, entre los verdaderos iniciados, sólo daré sabiduría de Dios, profunda en el misterio de toda la creación, y sólo lo haré si Dios me lo manda, y si no es así, también guardaré silencio. Los demás creen en hombres, pero yo, sólo creo en Dios.

Éstas son las promesas que Jelkerá, mi Dios, ha puesto en mi corazón, a través de Cristo en mí, que es esperanza de gloria, y yo creo, por fe, en ellas, con todo mi amor, pues yo creo en Cristo, que es la Palabra de Dios, que vive en mí, y en todos los seres. Esta es mi alianza de amistad eterna con Dios. Pasarán el cielo y la tierra, pero la Palabra de Dios, no pasará. Y yo creo en todo esto, porque lo imagino, y lo imagino, por la santa voluntad de Dios.

Gracias, Dios Padre, que ya me oíste.
En el Nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.

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