En el Nombre
del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo, Amén.
Amado
Jelkerá-Dios, te reconozco como al creador de todas las cosas, y te acepto como
al salvador de mi alma inmortal.
Amado Jelkerá-Dios,
acepto la liberación sobre la rueda de reencarnaciones que tú me das, a través
de tu Hijo, manifestado como mi Ungido-Interno Individual.
Amado
Jelkerá-Dios, te confieso que soy un pecador, y recibo y acepto tu perdón, y tu
amor incondicional, a través de mi Ungido-Interno Individual, a través del
cual, tú me das la salvación de mi alma inmortal.
Amado
Jelkerá-Dios, en éste acto, yo entro en alianza de amistad eterna contigo, de
forma que tú eres mi Dios, y yo soy tu devoto, tú eres mi Señor, y yo soy tu
siervo.
Amado Jelkerá-Dios, yo recibo y
confieso, ahora, a mi Ungido-Interno, como a mi Personal Salvador, como al Ser
que me da la Salvación Completa y la Bendición Completa. Por la benevolencia gratuita que tú
me das, Jelkerá-Dios, a través de mi Ungido Interno, yo estoy
en estado de Salvación, y yo estoy completo en mi interior. La Rueda de Reencarnaciones ya
terminó para mi, y el destino de mi Alma es reunirse contigo, en el Cielo, para
siempre.
Amado Jelkerá-Dios, todos somos
pecadores, pues todos matamos seres vivos para poder vivir, y por lo tanto, el
sendero de las obras siempre será inútil para satisfacerte. Pero por tu gracia,
Jelkerá-Dios, podemos lograr el perdón de los pecados y la salvación, a través
de la sola fe en el Ungido Interno, Salvador del Alma, que eres tú mismo, pero
extendido como Hijo tuyo, dentro nuestro.
Amado Jelkerá-Dios, en éste acto me
convierto a la religión del Dios Todo, y te acepto a ti, Jelkerá, El Ser, como
a mi Dios. Yo soy Jelkeriano, yo soy de la religión jelkeriana, y yo sólo creo,
en la Doctrina Jelkeriana. Pero ante todo, yo soy de Jelkerá-Dios, y de mí
mismo, y no de personas o religiones, pues uno solo junto a Dios es lo bueno, y
todo lo demás, sobra.
Amado Jelkerá-Dios, desde ahora y
para siempre, por tu gracia, acepto tu salvación, que es por la sola fe en el
Ungido Interno, sin necesidad de obras de bien, aunque obras de bien ayudan en
la evolución, y obras de mal ponen obstáculos a la evolución. Lo constructivo
es bueno y lo destructivo es malo, pero crear lo destructivo es malo, y
destruir lo destructivo es bueno.
Amado Jelkerá-Dios, creo en ti, que
eres el Padre-Madre-Mente, que creó todas las cosas con su mente y con su
palabra, y creo en tu ley espiritual y en tu energía espiritual.
Amado Jelkerá-Dios, creo que tú eres
el Padre Madre Mente, y creo en las cuatro principales extensiones de tu ser, que
son El Verbo, el Ungido Interno, el Ángel del Señor, y el Espíritu Santo. A
través del Verbo, tú creas todas las cosas. A través del Ungido Interno
Individual, tú creas al alma individual, y la liberas de la rueda de
reencarnaciones. A través del Ángel del Señor, tú creas todos los cuerpos de
los seres vivos. Y a través del Espíritu Santo, tú vitalizas a todos los seres
vivos, poniendo almas dentro de los cuerpos, y luego sacándolas, cuando les
llega el tiempo. Amado Jelkerá-Dios, creo en el Quinteto Jelkeriano,
constituido por El Padre Madre Mente, el Verbo, el Ungido Interno, el Ángel del
Señor, y el Espíritu Santo.
Amado Jelkerá-Dios creo en las dos
principales extensiones de tu ser, que son Cristo Fanes, tu Hijo, y Santa
Sofía, tu Hija, que es el Espíritu Santo. Creo que Cristo Fanes es el Verbo, tu
Hijo Primogénito, que se extiende y se manifiesta como el Ungido-Interno, y
como el Ángel del Señor. Creo que tú, Jelkerá-Dios, emanaste al Verbo, y a
través del él, emanaste al Espíritu Santo. Luego, a través del Verbo y del
Espíritu Santo, tú, Jelkerá-Dios, creaste al Multi-Universo. Luego, Jelkerá-Dios,
a través del Verbo y del Espíritu Santo, emanaste al Ángel del Señor, que es
extensión del Verbo. Luego Jelkerá-Dios, a través del Espíritu Santo, creaste
el Huevo Cósmico, para que el Señor Fanes, en su aspecto como el Ángel del
Señor, se introduzca en su interior, y lo rompa desde adentro, para crear el
Universo, copiando los arquetipos del mundo de tus ideas, y plasmándolos en el
mundo que es percibido por nuestros sentidos. Luego, Jelkerá-Dios, tú, a través
del Verbo, del Espíritu Santo, y del Ángel del Señor, emanaste al
Ungido-Interno Individual, de cada alma en evolución, y en su tiempo, a través
del Ungido Interno, emanaste al Alma Individual, para que comience su ciclo
evolutivo, pues todas las almas emanan de ti, y volverán a ti, en absorción. Amado
Jelkerá-Dios, creo en la Santa Tríada Jelkeriana, constituida por El Padre, el
Hijo, y el Espíritu Santo. Amado Jelkerá-Dios, tú eres Quien Unge, tu Hijo es
el Ungido, y el Espíritu Santo es la Unción. Amado Jelkerá-Dios, tu Hijo en mí,
es mi camino, mi verdad, mi vida, mi luz, y mi buen pastor. Amado Jelkerá-Dios,
por aceptar a tu Hijo en mí, yo recibo el Espíritu Santo, quien me enseña todas
las cosas, por inspiración divina.
Amado Jelkerá-Dios, por fe yo acepto, que yo soy un alma liberada, en unión
eterna con Dios.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres amor que
todo lo llena, y verdad que todo lo supera. Amado Jelkerá-Dios, tú eres Amor
Inmanente, y Realidad Trascendente. Amado Jelkerá-Dios, tú eres omnipotente,
omnipresente, y omnisciente. Amado Jelkerá-Dios, tú eres amor, pero también,
fuego consumidor. Amado Jelkerá-Dios, tú eres bueno y malo, pero en el fondo,
tú eres bueno. Amado Jelkerá-Dios, tú eres un creador de dualidad, y por eso
creaste al mundo, y lo hiciste con la dualidad de bien y mal. Pero ante todo,
tú, Jelkerá-Dios, eres infinito, y tus designios son incomprensibles para las
mentes finitas. Amado Jelkerá-Dios, tú estás lleno de amor, sabiduría, y poder,
y tú estás lleno, de Poder Creador y de Poder Salvador. Amado Jelkerá-Dios, tú eres
el Creador, el Conservador, y el Destructor, de todas las cosas, y los ciclos
de tu tiempo, son incontables, pues tú eres increado, y por lo tanto, tú eres
el Anciano de los Días, y el único y verdadero, Dios Altísimo.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres El Ser,
que está dentro de cada cosa, y tú eres el Ser, en quien está cada cosa, pues
tú eres el Todo en todos, y en ti, Dios mío, nosotros, tus criaturas, vivimos,
nos movemos, y tenemos nuestro ser. Amado Jelkerá-Dios, tú eres la causa
eficiente, la causa instrumental, y la causa material, pues tú eres Dios, la
Mente Original, tú eres la Ley Espiritual, que tiene su modo especifico de
comportarse, y tú eres el Pensamiento, que es la Energía Espiritual, que
constituye y que gobierna, a todas las cosas. Tú eres el alfarero, el torno, y
la arcilla, de toda la creación.
Amado Jelkerá-Dios, tú administras
justicia y misericordia, contradictorias entre sí, porque tú tienes sabiduría.
Y ante todo, amado Jelkerá-Dios, yo te pido sabiduría, para discernir la verdad
de la mentira, pues tú gobiernas sobre el espíritu de la verdad y sobre el
espíritu de la mentira, y ambos están a tu servicio. Déjame ser inspirado por
ti, en lo que tú dispongas, y sé paciente conmigo, a pesar de mis errores. Tú
eres justo, pues das lo bueno al bueno y das lo malo al malo, pero también eres
misericordioso, pues das a cada quien, lo que necesita para su evolución
espiritual, a cada cual en su tiempo, sin importar cuántas vidas pasen.
Espíritu Santo, visita el alma de éste humilde ser, en inunda con tu gracia, el
corazón que tú creaste. El Señor da, y el Señor quita, bendito sea el nombre
del Señor. Y todo el que invocare el nombre del Señor Dios, será salvo
espiritualmente.
Amado Jelkerá-Dios, yo te alabo en tu
unidad y en tu diversidad, en espíritu y en verdad, ahora y siempre, dando al
espíritu lo que es del espíritu, y dando a la materia lo que es de la materia:
“Alabado Jelkerá, Alabado Jelkerá, Jelkerá
Jelkerá, Alabado Alabado. Alabado Fanes, Alabado Fanes, Fanes Fanes, Alabado
Alabado”.
Amado Jelkerá-Dios, el Ungido Interno
es el Salvador del Alma, porque tú eres el Salvador del Alma, en cada ser. La
salvación siempre está presente, pero sólo se hace efectiva al aceptarla, y yo
la acepto, por fe.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres la
suprema realidad impersonal, pero por misericordia hacia nosotros que somos tus
hijos menores, asumes forma personal, en la mente de tus devotos, y en el
mundo espiritual, a través de tu energía
espiritual. Así, nosotros, tus devotos, podemos tener una relación personal
contigo, y podemos orarte en el nombre de tu hijo primogénito, para conseguir
todas las cosas, que tú quieras concedernos, en el tiempo eterno de tu
designio, porque el hombre propone, pero tú dispones. Así, el creyente practica
la regla de la triple llave, que es orar pensar y actuar. El creyente ora a
Dios con la fe de que Dios le escucha, y con la fe de que así gana la bendición
de Dios, se le cumpla lo que le pide a Dios, o no se le cumpla nada de lo que pide
a Dios. El creyente piensa estratégicamente, en qué lugar se encuentra, a qué
lugar quiere llegar, y que tiene que hacer para lograrlo. Y el creyente actúa,
trabajando con paciencia y con insistencia, hasta lograr lo que busca. El
creyente, cuando puede orar, pensar y actuar, hace las tres cosas, y cuando
sólo puede hacer una de las tres cosas, entonces solo hace una de las tres
cosas, ya sea orar, o pensar, o actuar. Por este triple medio, el creyente
logra algo de lo que se propone, a lo largo del tiempo, si tiene tiempo y
suerte, pero no logra todo. Pero la salvación del alma, es por fe, y no por
obras, y eso que es lo más importante, el buen creyente ya lo tiene.
Amado Jelkerá-Dios, el triple
propósito de la vida humana, es purgar culpas de vidas anteriores por medio del
dolor, es tratar de ser feliz, y es evolucionar espiritualmente, pero yo te
pido que me des tu bendición, que disminuyas mi sufrimiento, y que aumentes mi
placer, pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya.
Amado Jelkerá-Dios, yo te pido: “Padre
nuestro que estás en el cielo; Santificado sea tu nombre; Venga a nosotros tu
benevolencia gratuita, y en su momento, déjanos entrar a tu reino, en el cielo;
Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo; El pan nuestro de cada día
danos hoy; Perdona nuestras ofensas, por tu gran misericordia; No nos dejes
caer en la tentación, y líbranos del mal; Porque tuyo es el reino, el poder, y
la gloria, por los siglos de los siglos, amén”.
Amado Jelkerá-Dios, yo te glorifico
en tu unidad y en tu diversidad: “Gloria al Padre, Gloria al Hijo, y Gloria al
Espíritu Santo. Gloria al Padre, Increado y Eterno, como ha sido en un
principio, ahora y siempre, por los siglos de los siglos, amén.”
Amado Jelkerá-Dios, en el principio,
tú creaste el cielo y la tierra. La tierra estaba vacía y desierta, y tu
espíritu se movía sobre la faz de las aguas. Entonces tú dijiste, Sea Hecha la
Luz, y la Luz fue hecha. Y así tú creaste todas las cosas. Por eso, yo creo en
tu palabra y en tu verdad.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres el único
Dios, y tú tienes muchas extensiones de tu ser, y también tú tienes ejércitos
de ángeles a tu servicio, y yo los respeto a todos, extensiones y ángeles, pues
son devotos eternos de tu ser.
Amado Jelkerá-Dios, todos los seres,
espirituales y materiales, son siervos de tu voluntad, lo quieran o no, lo
sepan o no, pues tú eres el único dueño y señor, de todas las cosas.
Amado Jelkerá-Dios, por tu gracia,
pienso por mí mismo, creyendo lo que debo creer, y dudando de lo que debo dudar,
y aunque ambas cosas pueden cambiar, tú siempre estás conmigo.
Amado Jelkerá-Dios, en esto has
demostrado tu amor para con nosotros, en que nos has dado un Ungido Interno
Individual, de amor incondicional, para que nos acompañe siempre, sin importar
si estamos en el plano físico, en el plano astral, o en el plano solar; sin
importar si estamos en la tierra, en el cielo, en el infierno, o en el
purgatorio; y sin importar si estamos en lo correcto o en lo incorrecto. Y
finalmente, por medio del Ungido-Interno, nos llega tu salvación, porque tú
eres el Ungido Interno, que nos justifica, haciendo que hagamos lo correcto, y
disculpando nuestras falencias, pues el Ungido Interno, es el Salvador el Alma.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres el
condenador, y tú eres el libertador. Tú encadenaste a las almas condicionadas a
la rueda de reencarnaciones, y por tu gracia, tú transformas almas
condicionadas en almas liberadas, cuando éstas almas, logran la madurez
espiritual, de aceptar su propia esencia divina. Somos transformados por la
renovación de nuestras mentes. Sin importar donde me encuentre, por tu gracia,
yo ya estoy, como un ser, renacido del espíritu de Dios.
Todos somos hijos de Dios, pero
algunos hijos, son iniciados en la conciencia de Cristo, y otros hijos, son no
iniciados en la conciencia de Cristo. Los iniciados en la conciencia de Cristo,
son liberados de la rueda de reencarnaciones, y los no iniciados en la
conciencia de Cristo, aún siguen atados a la rueda de reencarnaciones, hasta
que logren la madurez. Pero todos somos hijos de Dios, y todos seremos
liberados, tarde o temprano, en esta vida o en otra vida. Todas las almas
tenemos vida eterna, pero algunas almas, las que logran ser glorificadas, además
de vida eterna, tienen dicha eterna. Una iniciación, es la Transformación
Menor, que se recibe en la Tierra, cuando aceptamos la salvación de Dios a
través del Ungido Interno, y otra iniciación, es la Transformación Mayor, que
es cuando el alma liberada recibe la glorificación divina, siendo revestida de
un cuerpo espiritual de gloria. El alma no muere, el alma desencarna, pero en
la glorificación divina, el alma glorificada, pasa a ser, un ángel del Dios
Altísimo.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres un Dios
Universal, y no un Dios Tribal, aunque por tu misericordia, puedes ser el Dios
Tribal de cada pueblo. Y todos los pueblos se pelean entre sí, pero tú eres el
Dios de todos los pueblos, y tienes algo de paciencia con todos los pueblos.
Todos los dioses, son hijos tuyos, y son ángeles a tu servicio, Jelkerá-Dios, y
en medio de ellos, gobiernas con justicia, de tal forma que cuando frunces tu
ceño, el cielo tiembla. Yo te llamo Jelkerá, El Ser, pero tú eres El Todo,
quien también es invocado como, Yahvéh, Abraxas, Zeus, Júpiter, El Elión, y Ra.
Tú eres mi Dios, El Uno, de quien provienen todas las cosas por emanación, y a
quien volverán todas las cosas en absorción. Tú no eres cualquier Dios, tú eres
Jelkerá, Mi Dios, el Único Dios Verdadero y Viviente. A tu derecha se sienta
Cristo Fanes, a tu izquierda se sienta Madre Santa Sofía, y frente a tu trono,
hay siete ángeles principales. Y yo creo en ti, Jelkerá, mi Dios, y en mi
alianza eterna contigo, que no es por palabras, sino que es por la fe en ti,
que tú pusiste en mí.
Ciertamente Jelkerá, mi Dios, es el
Yo Soy, dentro del corazón de todos los seres, y cuando un ser acepta al Ser en
su corazón, logra la conexión con Jelkerá, que es el Ser dentro del cual están
todos los seres, y es el Ser que está dentro de todos los seres. Amado
Jelkerá-Dios, tú eres el Yo Soy original, y también eres el Yo Soy, que mora en
el interior de cada ser, como el Sol con Llama Triple, dentro del corazón.
Amado Jelkerá-Dios, tú eres el Único Dios, que es el Gran Padre de todos los
seres, y tú eres el Único Cristo, que es el Gran Maestro dentro del corazón de
todos los seres. Amado Jelkerá, mi Dios, y mi Señor, tú eres el Anciano de los
Días, y el Padre de los Años, que cabalga por los cielos a caballo, portando el
bastón de tu poder, y tú eres el Sol de Justicia, que gobierna de manera
invisible a todo el mundo. Tú eres el Padre en el Cielo, que amontona las
nubes, y hace llover, para que surja la vida. En el principio, Dios creó el
cielo y la tierra, en el principio, Dios creó la vida, ¡alabanzas eternas a
Dios! y que toda vida lo alabe, porque Jelkerá es Grande. Todos los ángeles,
vuelan en ronda a su alrededor, para alabarlo, día y noche sin cesar, por los
siglos de los siglos, mientras repiten una y otra vez; “Santo Santo Santo, es
Jelkerá, mi Dios.”
Muchos mensajeros han descendido al
mundo, para cumplir distintas misiones divinas, pero yo sólo obedezco a
Jelkerá, mi Dios, que puso su palabra en mi corazón. La sana doctrina me libra
del error, pues el conocimiento de la verdad, da la libertad, a todo inspirado
de Dios. Los mensajeros manejan semi-verdades, pero Dios me da la verdad en mi
corazón. Mi fidelidad es a Jelkerá mi Dios, pues Dios es infalible, pero los
mensajeros de carne y hueso, son falibles, aunque sean verdaderos. Y si un
ángel trae esta buena noticia, de Dios en mi interior, benditos sea, pues trae
la verdad. Pero si un ángel trae una falsedad, que contradiga esta buena
noticia, que también sea bendito, pues todo ángel verdadero, trabaja para Dios,
y sólo cumple con su trabajo, y esa falsa doctrina, es para los que aún no
están preparados. Como siervo de Dios, yo obedezco a Dios, y no trato de ser
más bueno que él. Ésta verdad es sólo para las almas maduras. Y las almas
inmaduras, que reciban lo que necesitan. Dios es el amo y el maestro, de todos
los seres, y sólo él decide, el Qué se recibe, el Cuándo se recibe, y el Cómo
se recibe, y yo soy, su siervo y su discípulo, obediente. Yo sólo daré carne a
los hombres en Cristo, y dejaré la leche para los niños en Cristo, y si todos
son niños, entonces sólo daré leche, o mejor aún, guardaré silencio. Pero entre
los hombres en Cristo, entre los verdaderos iniciados, sólo daré sabiduría de
Dios, profunda en el misterio de toda la creación, y sólo lo haré si Dios me lo
manda, y si no es así, también guardaré silencio. Los demás creen en hombres,
pero yo, sólo creo en Dios.
Éstas son las promesas que Jelkerá,
mi Dios, ha puesto en mi corazón, a través de Cristo en mí, que es esperanza de
gloria, y yo creo, por fe, en ellas, con todo mi amor, pues yo creo en Cristo,
que es la Palabra de Dios, que vive en mí, y en todos los seres. Esta es mi
alianza de amistad eterna con Dios. Pasarán el cielo y la tierra, pero la
Palabra de Dios, no pasará. Y yo creo en todo esto, porque lo imagino, y lo
imagino, por la santa voluntad de Dios.
Gracias, Dios Padre, que ya me oíste.
En el Nombre del Padre, del Hijo, y
del Espíritu Santo, Amén.