Cómo canalizar mensajes espirituales del Yo Superior y de otras entidades espirituales.
Es
útil, en un punto, aprender a canalizar a los espíritus superiores, para
canalizar enseñanzas espirituales avanzadas. Para canalizar entidades
espirituales, alcanza con invocar a la entidad espiritual, hacerle una
pregunta, tomar lápiz y papel, y empezar a escribir. Al principio, se escribe
lo que uno piensa, pero luego de un tiempo de práctica, las entidades
espirituales comienzan a inspirar al canalizador o médium, nuevas ideas. Yo
sugiero, guardar las canalizaciones escritas, y tomar apuntes de las mejores
ideas. Luego ponerlas a prueba, y si son causa de bendición, entonces
incorporarlas a la práctica espiritual.
Sin
embargo, toda doctrina que contradiga a la Conciencia de Cristo, debe ser
descartada, como producto de espíritus malignos o de baja evolución. En cambio,
si la doctrina está en armonía con la Conciencia de Cristo, entonces aun así,
hay que ponerla a prueba, pues a veces, una doctrina parece más buena y útil de
lo que parece, y no se puede, ni se debe, enseñar, algo que uno mismo, no haya
experimentado, y probado en su propia vida, que es algo bueno. Se enseña con la
autoridad de la propia práctica, o mejor no se enseña nada.
Para
aquellos los que vean, que tienen, el don de canalizar, por medio de la
escritura, verán que se ahorrarán un montón de dinero en libros de
espiritualidad, lo cual es una enorme ventaja evolutiva, a nivel espiritual, e
incluso a nivel monetario.
Otra forma de
canalizar, es pidiendo al Yo Superior, que dirija la actividad de la
canalización, y luego, plantear la pregunta a la entidad elegida, para luego
recibir en la mente, la respuesta a la pregunta, la cual puede decirse en voz
alta, o puede escribirse. Los mensajes canalizados, siempre se reciben en la
mente, como pensamientos puros, que luego, el canalizador, traduce a palabras,
más o menos certeras. A veces, la entidad espiritual, acompaña a las ideas que
le transmite al médium o canalizador, con ayudas para poder traducir a palabras
las ideas, y a veces, también acompaña sus ayudas, con visiones o sentimientos,
que aclaran aún más el mansaje. No debemos frenar las respuestas de la entidad,
con nuestra mente, sino que debemos dejar que la entidad, nos valla aclarando
su respuesta, pues al principio puede haber dicho una cosa, y luego decir todo
lo contrario, contradiciéndose, pero en esos casos, se le pide a la entidad que
aclare el punto en cuestión, dando fuerza a una idea, o a la otra, o una
conciliación entre ambas, o a otra idea totalmente distinta, todo lo cual,
puede suceder, porque el canalizador o médium, va mejorando su sintonía con el
espíritu, poco a poco, pues la mente del médium o canalizador, puede interferir
con sus propias ideas, muy usualmente, sin darse cuenta. Las palabras
canalizadas, no deben escribirse a fuego en tablas de piedra, sino que hay que
meditarlas, ponerlas a prueba, y ver cuales enseñanzas o pensamientos,
funcionan mejor. Incluso, pasa muy a menudo, que el canalizador o médium,
reciba información más clara sobre los mismos asuntos que consultó con los
espíritus, cuando está haciendo cosas totalmente distintas de la actividad de
la canalización. Lo cual, si es realmente aclarador del tema, debe tomarse en
serio, y ser llevado a cabo.
¿Cómo saber cuándo
es una mensaje de la propia imaginación, o cuándo es un mensaje de un ser
espiritual, bajo la luz del Yo Superior? Si el mensaje es útil, y da beneficios
espirituales y materiales, potenciando la libertad y el poder del individuo,
respetando la libertad de elección del individuo, entonces es un mensaje de un
ser espiritual, bajo la luz del Yo Superior. Pero si el mensaje, es inútil, y
no da beneficios ni en lo espiritual ni en lo material, violando la libertad de
elección del individuo, y quitando poder al individuo, entonces es un mensaje
del ser humano de bajo nivel evolutivo, o peor aún, es un mensaje de entidades
perversas, en una actividad que no fue supervisada por el Yo Superior, para la
seguridad del alma en evolución.
La Fuente
Universal Dios Padre Madre, no nos da todo lo que necesitamos, sino que nos
pone en el camino, a distintas entidades espirituales, y cada una de éstas
entidades espirituales, nos puede enseñar algo distinto sobre la vida,
manejando distintas energías, para que así, todos nos beneficiemos de todos, y
para que así, todos podamos evolucionar mejor. Sería fantástico, que pudiéramos
sacar todo de la Fuente Original Dios Padre Madre, pero la voluntad de Dios, es
que aprendamos unos de otros.
Un buen
canalizador o médium, puede canalizar a todo tipo de entidad espiritual, de
todo nivel de conciencia, y de todo tipo energía, de bien y de mal, y de todas
las entidades espirituales, se puede aprender, para agudizar el poder de
discernimiento, para hacernos más fuertes, y para tener la mente más clara. Un
buen canalizador o médium, bajo la protección y la radiación de su Yo Superior
Individual, debe poder canalizar mensajes, de seres de luz y de seres de
oscuridad, de Dios Padre Madre, de los ángeles, de los demonios, de los
arcángeles, de los archidemonios, de los dioses, de las diosas, de los maestros
ascendidos, de las maestras ascendidas, de los budas, de los santos, de las
santas, de los espíritus elementales de la naturaleza, de los gnomos, de los
sílfides, de las salamandras, de las ondinas, de los centauros, de los faunos,
de las náyades, de las ninfas, de los elfos, de los duendes, de los pegasos, de
los unicornios, de los aves fénix, de los espíritus desencarnados, de las almas
liberadas, de las almas condicionadas, de los vegetales, de los animales, de
los minerales, de los soles, de los planetas, de las lunas, del agua, de la
tierra, del aire, del fuego, de éter, de todas las cosas, y de todos los
seres.
Una persona
espiritual, avanzada, debe aprender constantemente, y sí puede negarse, a
tratar de resolver o a tratar de aliviar, algunas condiciones, por no sentirse
preparado, pero también es verdad, que sí puede tratar de resolver o aliviar,
algunas de las condiciones, aunque no sepa exactamente qué hacer, y de ésta
forma, podrá aprender sobre la marcha, de su propio Yo Superior, o de su propio
aprendizaje, por ensayo, error, y acierto, pues a veces, es peor no hacer nada,
que hacer algo, aunque se cometan errores. Claro está, que hay que ver con
atención, lo que conviene en cada ocasión, pero con protecciones y precauciones,
es posible avanzar. Si solo avanzáramos sobre terreno seguro, nunca podríamos
haber avanzado como seres humanos, y seguiríamos viviendo como los monos. A
veces, para avanzar, hay que aceptar los riesgos y los peligros, de un terreno
inseguro, sin certezas, para luego hacernos más fuertes, y seguir avanzando.
Claro está, hay que ser libres con responsabilidad, pero hay que avanzar.
Un iniciado
avanzado, en Conciencia de Cristo, llámese, devoto, brujo, sacerdote, o como
sea que se llame, debe saber, como meter y sacar espíritus de los cuerpos y de
los lugares, debe saber bendecir y maldecir, y debe saber, a grandes rasgos,
las leyes espirituales y cómo aplicarlas. Luego, Dios decide si lo que hace el
devoto, da el resultado esperado o no, pero el devoto, debe saber qué hacer, y
debe saber cómo hacerlo, y si no lo sabe, que lo aprenda sobre la marcha,
sacando el conocimiento de su propio Yo Superior. Un verdadero devoto, no
aprende sobre Dios, de alguien que habla sobre Dios, aunque ese es un primer
paso, necesario, claro está. Un verdadero devoto, aprende sobre Dios, de Dios
mismo, y no de alguien que habla sobre Dios. Pues el espíritu de Dios, está con
aquellos que de verdad ha aceptado, que en el fondo, todo es uno y todo es
Dios, pues nosotros somos ondas, en el océano de la presencia de Dios Padre
Madre Universal.
Nada de esto,
sustituye al trabajo de un buen médico, de un buen político, de un buen
abogado, de un buen barrendero, de una buena ama de casa, de un buen maestro,
de un buen contador, o de un buen trabajo, de los correspondientes trabajadores
de distintos oficios y de las distintas profesiones, pero la espiritualidad, a
veces, es un complemento necesario, para una vida plena, aunque sea algo opcional
y una cuestión de fe.
